Boca eliminado... ¿y San Pablo campeón?

Tornes continentales, violencia, entretiempo, partidos suspendidos y dos resoluciones diferentes.

 

Era diciembre del 2012, y Tigre jugaba su primera final continental contra uno de los más grandes de América: San Pablo. Después del empate sin goles en la Bombonera, tocó la vuelta en el mítico Morumbí. Las horas previas cargadas de la violencia que ya forma parte del “folcklore” de los torneos continentales, y mucho más en las finales. El primer tiempo terminó con cómodo 2 a 0 para San Pablo. Pero como sucedió el jueves, lo tristemente recordable sucedió en el entretiempo.

En un clima caliente, parte del plantel de Tigre fue agredido por la seguridad privada del club. Testigos afirmaron que al arquero Albil le pusieron un revólver en el pecho. Otros jugadores recibieron golpes, botellazos y palazos. Varios quedaron heridos.

Luego de la agresión y al no estar dadas las condiciones mínimas para disputar un encuentro deportivo, el plantel de Tigre decidió no salir a disputar el segundo tiempo. Mientras tanto, el equipo brasileño salió al campo y esperó hasta que el árbitro Osses diera por terminado el partido. No suspendido, sino finalizado por abandono. "Vi que había jugadores agredidos, pero no sé por quién", se excusó por Fox Sports.

San Pablo fue consagrado Campeón. El dirigente Romer Osuna, tesorero de la Conmebol, dijo: "Les creo que los agredieron, estaban exaltados, pero las cosas son así. Después se escucharán los descargos. Ahora es momento de hacer la premiación".

Dos meses más tarde la Conmebol anunció su veredicto: sancionó a los dos clubes. A Tigre le aplico una sanción económica de 100 mil dólares. El mismo monto a San Pablo, a quien le suspendió el estadio por una fecha, reconociendo de esta manera, responsabilidad del organizador.

Similitudes: la Conmebol embolsó 200 mil dólares tras los incidentes y le suspendieron la cancha al club responsable de la organización. Diferencias: la fiesta de San Pablo ya estaba preparada y la disparidad en la influencia de las instituciones en juego, no puso en duda la resolución deportiva. Boca fue eliminado sólo porque del otro lado había alguien de su tamaño institucional. En cambió San Pablo alzó la copa, minutos después de la agresión.

En las dos ocasiones perdió el fútbol, perdió el juego, perdió la fiesta. Perdió la ilusión de dar vuelta un resultado y quedarse con la gloria. Perdió el derecho a festejar una victoria que no esté manchada. Y también perdió la poética romántica que tiene una derrota.

Los partidos se ganan y se pierden en la cancha. La violencia nada tiene que ver con el juego y las sanciones no deben sancionar el deporte, sino a los verdaderos responsables, que siempre salen impunes.