“Este gobierno va a fondo” declaró ayer la Ministra Bulrich en la conferencia donde asumía la culpa sobre el papelón, a escala internacional, que protagonizó el gobierno, cuando el Presidente de la Nación y los más altos funcionarios nacionales y provinciales se felicitaron mutuamente en el anuncio erróneo de la captura de los tres prófugos por el triple crimen.
Bulrich, no dio muchas precisiones del inexplicable error. Manifestó que el dato fue una “pista falsa” que buscó perjudicar al gobierno y darles tiempo a los prófugos. "Esta pista falsa tiene que ver con estas conexiones y ramificaciones que tiene el delito en las estructuras políticas y judiciales". La maniobra, que según sugirió la ministra partió de las propias fuerzas de seguridad y buscaba darles tiempos a los dos prófugos para el escape, al parecer tuvo su efectividad contando que después de 24 hs, los grupos más preparados de las distintas fuerzas intervinientes, no pudieron hallar a dos prófugos, que se los supone a pie y maltrechos.
Algo muy llamativo es que en un error parecido había incurrido el ministro de seguridad provincial, Cristian Ritondo, quien a los pocos días de la fuga había anunciado que los prófugos estaban “cercados”. El ministro bonaerense, días después, asumió el error y lo relacionó con complicidades de la policía (que hoy está a su cargo) con los fugados, quienes lo habían mal informado . Pero el gobierno no pareció tomar adecuada nota del mismo.
¿Hay una gran logística detrás de la fuga?
Los funcionarios han apelado a este argumento en cada uno de los errores cometidos desde la fuga: los prófugos cuentan con una gran lógistica detrás de ellos, que constantemente está plantando pistas falsas, buscando desviar la investigación. Pero sólo los traspiés del gobierno en sus anuncios o en el seguimiento de "pistas falsas", dan entidad a esta hipótesis.
Si uno se atiene a los hechos que han trascendido hasta el momento, no parece advertir una logística que suponga una gran banda narco detrás, ni nada que los 300 mil dolares que se dice habrían cobrado por la nota dada al programa “Periodismo Para Todos”, no pudieran financiar.
Se ha probado solamente el contacto de los prófugos con familiares y allegados de un círculo muy estrecho. En cuanto a la lógistica de la fuga, del penal se escaparon en un vehículo que debieron empujar para arrancarlo. Mientras se los buscaba en el sur del gran Buenos Aires, se desplazaron hasta Santa Fé en una Kangoo comprada días antes de la fuga por la suegra de Martín Lanatta, a quien visitaron dos veces. El resto de los vehículos utilizados fueron obtenidos fruto del robo ocasional, del que fue víctima hasta la misma gendarmería que tuvo contacto con los delincuentes dos veces el día 8 de enero, sin poder apresarlos, y con el saldo de heridos de gravedad y la pérdida de armamento y una camioneta. Los prófugos no contaban siquiera con apoyo para el alimento, teniendo también que robarlo a su paso. Su refugio en Santa Fe fue una tapera, sin agua ni luz y a partir de la cual fueron localizados, lo cual no parece haber sido un destino fruto de plan previo. Y el único apresado hasta el momento fue aprendido por tres policías provinciales montados en caballos prestados, caminando sólo, golpeado, exhausto, y sin oponer resistencia, luego de haber volcado una camioneta y empantanado otra, lo cual habla también de un total desconocimiento del terreno y una falta de inteligencia previa sobre el mismo.
El argumento de estar luchando contra una gran organización narco no parece sostenible o al menos, no se desprende de los hechos que se han tenido conocimiento. Esto sumado a la culpabilización de fuerzas de seguridad heredadas, pero hoy bajo su conducción, se traduce en un gesto de victimización que refuerza una idea de debilidad. Así, el nuevo gobierno que encuentra en esta fuga un golpe inesperado a pocos días de su asunción, convirtió con el grave error de ayer, lo que podría haber sido un gran anuncio (la captura del líder de la banda profugada) en una muestra de impericia y de la gran distancia que existe entre las buenas intenciones expresadas en campaña y un real gobierno de sus fuerzas de seguridad.