Tierra Viva: Día Internacional de la Tierra

22 de Abril: Día Internacional de la Tierra
22 de Abril: Día Internacional de la Tierra


Por Juan Del Pino

“Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros“, le decía el Jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos en 1855. Lo que entonces fue interpretado por los poderosos como la ignorancia del salvaje, hoy nos llama a la reflexión.

Más de un siglo debió pasar para que el científico de la NASA James Lovelock publicara, en 1979, la Teoría de Gaia. Esta hipótesis, basada en una serie de observaciones científicas, sostiene que la superficie terrestre, las aguas, la atmósfera y la biósfera (el conjunto de seres vivos) interactúan de forma tal de asegurar la continuidad de las condiciones que permiten que la vida se desarrolle.

Una de las pruebas más fuertes que sostiene esta teoría es el hecho de que durante los últimos 3.500 millones de años la Tierra ha mantenido una temperatura promedio oscilante entre los 10 y los 20 grados centígrados, permitiendo en todo momento la existencia de vida, algo que hubiera sido absolutamente imposible si la temperatura sólo dependiera de la radiación solar. Lovelock compara este hecho con la capacidad animal de mantener la temperatura interna en las distintas estaciones.

Hacia el año 1988 la Teoría de Gaia se había esparcido considerablemente, tanto que la Unión Geofísica Americana realizó un congreso para evaluarla. Fue allí que el geofísico James Kirchner introdujo una clasificación que dividió entre Teorías de Gaia “duras” y “blandas”. Las duras se alejan de los preceptos originarios de Lovelock y sostienen que la Tierra es un ser pensante con una finalidad determinada y que se autorregula. Las teorías blandas, más habituales en el ámbito científico, aceptan la acción de los seres vivos para modificar y regular su entorno, pero niegan que haya detrás de eso una finalidad dada o una conciencia superior.

¿Es la Tierra un ser vivo? Al momento de desarrollar su teoría, Lovelock se encontraba trabajando en la NASA desarrollando sistemas para intentar encontrar rastros de vida en Marte. La pregunta que guiaba sus investigaciones era: “¿Cómo reconocer signos vitales en un planeta?”. Si bien sus investigaciones lo han llevado a profundizar cada vez más la certeza de que existe un fenómeno de homeostasis planetaria, el científico no avanza en la definición de la Tierra como ser vivo ya que asegura que eso corresponder al ámbito de la filosofía y no de la ciencia.

Su admiración por la fortaleza del fenómeno autorregulatorio de la superficie terrestre, lo llevan a pensar que, en caso de continuar en el camino de la mega contaminación, no será la Tierra quien corra riesgo sino la propia humanidad, que será “autorregulada” por el planeta para mantener las condiciones necesarias para el desarrollo de la vida.

¿Qué es la vida? ¿Es la Tierra un ser vivo? ¿Qué somos nosotros respecto de la Tierra? ¿Qué pasará si rompemos el equilibrio vital? ¿Perecerá la Tierra o perecerá solo la humanidad?

Para demostrar que no era necesaria ningún tipo de conciencia en la autorregulación, Lovelock llevó adelante un experimento que tituló “el mundo de las margaritas”, donde simuló un planeta habitado por dos especies de margaritas, unas negras y otras blancas. La radiación sobre el planeta simulado iba en aumento. En un principio era tan frío que sólo podían sobrevivir unas pocas margaritas negras y casi ninguna blanca, pero mientras aumentaba la radiación aumentaba el número de margaritas blancas e iban desapareciendo las negras, mientras la temperatura se mantenía constante. Finalmente se llegó a un punto que sólo había margaritas blancas y luego, cuando se alcanzó un punto intolerable para la vida de estas, perecieron y la temperatura subió rápidamente ¿Por qué? Porque las flores negras retienen la luz aumentando la temperatura, mientras que las flores blancas repelen la luz y aumentan la frescura de la superficie.

Hay muchas preguntas que no tendrán nunca una respuesta científica, pero lo que va generando consenso, tanto en el mundo científico como en las calles, es el hecho de que el accionar avaro y desquilibrado de la humanidad avanza hacia un desajuste planetario. Es tiempo de que teorías blandas, duras, teológicas, ateas, pachamamas y gaias nos pongamos de acuerdo y avancemos en mejorar profundamente la relación de nuestra especie con nuestra casa.

“Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo”, Jefe Seattle.