En medio de un contexto con jugadores lesionados y con casos positivos de Covid-19, Tigre fue a San Pablo con lo que pudo a esperar un milagro ante un Palmeiras que, salvando las distancias, tampoco atravesaba un buen momento, pero esta vez la lógica primó en el fútbol, y terminó cayendo por un duro 5 a 0.
Tigre tuvo 35 minutos más que decentes ante un rival que se mostraba como el mejor equipo de la Copa: Zenobio debutando en el arco y Leizza haciendo lo mismo en la defensa, y los de Pipo presionando y llegando cada tanto al arco rival. La mala fue la lesión del Tucu Rodríguez a los cinco minutos, y un rebote en el área que le dejó la pelota servida a Raphael para poner arriba al local.
A partir de ahí, Tigre se pinchó. Acusó el golpe y el segundo tiempo lo encontró a contramano de la libertad de movimientos del Verdão, que superó al equipo de Victoria en todas las líneas. Zenobio tuvo su momento de gloria al atajar un penal, pero tras ese corner, Gustavo Gómez puso el 2 a 0 y ahí todas las esperanzas se esfumaron.
Las piernas se agotaron, entraron más pibes como Bolaño y Kestler y los goles del Palmeiras cayeron como baldazos de agua fría. Resultado exagerado, si. Pero que refleja la diferencia de nivel, agravada por las bajas del Matador.
Así terminó la Copa para Tigre, como así su participación continental ya que a la Sudamericana irá Bolívar. Ahora la cabeza tiene que estar en el Reducido y en las chances de ascender. Con el equipo completo, la ilusión se va a renovar.