A Tigre se le pueden decir muchas cosas, pero hay que admitir que cada entrenador que llega a la institución es respaldado el tiempo suficiente para trabajar y lograr resultados en un tiempo acorde. En medio de la vorágine del fútbol argentino, Tigre parece ir en contra de eso, ya que se da el lujo de que la llegada de Camoranesi al banco sea apenas el noveno ciclo técnico en doce años, cuando Ricardo Caruso Lombardi asumiera allá por 2003 iniciando la etapa dorada del Club.
Caruso, Cagna, Caruso (segundo ciclo), Arruabarrena, Gorosito, Cagna (segundo ciclo), Alegre, Alfaro y ahora Camoranesi. Esos son los nombres que, durante los últimos doce años dirigieron técnica y tácticamente a Tigre. Un número envidiable para equipos que suelen tener hasta tres entrenadores en un solo torneo.
A lo largo de estos ciclos, Tigre alternó buenas (tres subcampeonatos, final de Copa y participación internacional) y malas (lucha por evitar el descenso y torneos desastrosos en cuanto a resultados), pero siempre confió en los proyectos.
Camoranesi llega sin muchos pergaminos al banco Matador, pero Tigre sabe de eso. Tanto Cagna y Arruabarrena saben lo que es debutar como entrenadores en Victoria y mal no lo han hecho. Sólo resta confiar en que alguien que supo ser campeón del mundo, pueda contagiar al equipo y lograr la tan ansiada estrella.