Un partido perdió Tigre. De local, en la vuelta a Victoria tras el receso, después de la Caravana, y con la familia tigrense llena de ansiedad e ilusión. Perdió, contra un rival del “asenso”, uno de esos con los que ya Tigre se siente en “otra categoría”. Perdió jugando mal, mereciendo claramente la derrota, sin reacción ni futbolística ni anímica. Decepción, tituló SÓLO TIGRE.
Pero perdió un partido. Y eso ya bastó para que las puteadas al técnico debutante se multipliquen por miles. Claro, dicen que hincha tiene derecho. Derecho ay pedir la cabeza de un entrenador que está hace tres partidos, y perdió después de dos empates “razonables”. Tiene derecho a putear a un técnico que debe rearmar un equipo que perdió piezas fundamentales, un técnico que volvió a poner en cancha a Wilches, jugador mas reclamado por la hinchada durante la era Alfaro, y que tuvo el valor de sacar al ídolo, que no está pasando un buen momento futbolístico.
El hincha tiene derecho, si. Aún a gritarle que no sabe nada de fútbol a un tipo que salió Campeón del Mundo y fue titular indiscutido durante años en uno de los equipos más importantes, de una de las ligas más importantes del planeta. Tiene derecho a putar a Alfaro hace semanas y ahora a Camoranesi. Pero también tiene que hacerse cargo que la ansiedad, el nerviosismo, el mal clima son contagiosos y para nada gratuitos. Que si la tribuna influye en el equipo, esta reacción frente al primer resultado negativo, no suma.
Camoranesi deberá trabajar para encontrar el equipo, ordenar una defensa que sufrió mucho el último partido, y encontrar circuitos futbolísticos que no dejen tan aislados a los delanteros. Pero además, deberá poner energías para mantenerse aislado de una hostilidad, que es a esta altura, incompresible.