Las escuelitas de fútbol del conurbano bonaerense cumplen un rol fundamental en el desarrollo de los más chicos, desde el punto de vista educativo, de recreación y sobre todo de integración. Más aún en el contexto por el que se atraviesa, en el que la economía no ayuda y la presencialidad, el contacto con el otro, quedó por mucho tiempo a un costado en el marco de la pandemia del coronavirus y no permitió relacionarse en comunidad.
Una pequeña escuela ubicada en el Bajo Boulogne, en el partido de San Isidro, es ejemplo vivo de esta importancia, pretende sortear este contexto y solventarse económicamente para realizar sus actividades por y para los chicos. “La prioridad nuestra es que los chicos por medio del fútbol tengan una salida de la realidad que viven”, le asegura a QUE PASA Manuel Bordón, futbolista de la Selección Argentina de fútbol playa y la principal cara visible de esta iniciativa que lleva más de tres décadas de existencia.
Fue el 9 de julio de 1985 cuando Pato Bordón, padre de Manuel, fundó este club que funciona dentro del anexo del polideportivo municipal N°2 ubicado en Junín y Rivadavia, un predio que hace 40 años estaba en desuso. Pato, un tipo muy querido en la región, junto a un grupo de vecinos de la zona, reacondicionó el lugar, lo preparó y lo emprolijó. ¿El objetivo? Que sirva para reunir a los chicos y que disputen campeonatos del deporte preferido por todos los argentinos.
El Municipio de San Isidro le cedió una porción del predio a Bordón para construir la primera cancha, que según cuenta Manuel, era toda de tierra. Con eso alcanzaba y sobraba para cumplir el anhelo y la finalidad que tenía lo que en verdad elegía hacer su padre: generar un espacio de integración social para cualquier chico que desee pueda acoplarse.
Esto último ahora lo hace, y con mucho orgullo, el propio Manuel. Pato falleció en mayo del año pasado, motivo por el cual la escuelita no participó del campeonato del baby fútbol que organiza la Municipalidad. En 2020 tampoco lo habían podido hacer por la pandemia del Covid-19 y las restricciones que por aquel entonces imperaban.
“Nosotros estamos haciendo una tarea social. La prioridad nuestra es que los chicos por medio del fútbol tengan una salida de la realidad que viven. Hay muchos que no la pasan bien y a través del fútbol tratamos de que se sientan integrados. Eso es lo que siempre hizo mi viejo y es el legado que nos dejó a nosotros”, manifiesta el futbolista del combinado albiceleste de fútbol playa en diálogo con este medio.
El club comenzó con los entrenamientos en agosto pasado, en vista al certamen que comenzará el sábado 19 de febrero. Alrededor de 70 y 80 chicos concurren a la escuelita, que está distribuida en ocho categorías y que requiere las herramientas principales que debe tener una institución de fútbol para su funcionamiento: desde pecheras, pelotas, zapatillas y hasta botines en buen estado.
“Hacemos todo de corazón, no cobramos una moneda, no tenemos ingresos”, expresa Manuel, quien también advirtió que requieren de padrinos para los propios chicos: “Necesitamos apadrinamientos en las categorías. A veces pasa que hacemos una jornada los sábados y el chico viene solo, se sube al micro a las 11 de la mañana y volvemos a las 8 de la noche. Y en ese lapso tenés que darle de comer”.
El club ya consiguió para el torneo las camisetas, a través de una entrega que realizó el Municipio encabezado por Gustavo Posse, conocido del creador de la escuelita, Pato Bordón. De hecho el propio jefe comunal se comunicó con Manuel tiempo después del fallecimiento de su padre. “Cuando el intendente se enteró del fallecimiento de mi viejo lo primero que hizo fue llamarme a mí. Me dijo que quería que yo siga haciendo el trabajo social que hizo mi papá. A nosotros nos dio un orgullo bárbaro”, afirma.
Aquellos que deseen realizar donaciones y ayudar al club podrán dirigirse a Junín 2400 y Rivadavia, comunicarse al mail [email protected] o al teléfono celular 1159538698.