Rúben Reyna es un vecino de 44 años de Los Polvorines que logró superar una dura enfermedad como lo es la leucemia. El cáncer le fue diagnosticado en 2015, cuando mientras manejaba un motorhome para su empresa de logística, empezó a sentir dolores y molestias que despertaron su alarma. Cinco años después, el hombre, marido de Alejandra, su mujer, y padre de Ramiro, su hijo de diez años, lleva adelante un grupo solidario llamado Cero Blastos, que se dedica a compartir experiencias y ayudar a grandes y chicos que están o estuvieron bajo tratamiento médico.
En una entrevista concedida al programa Con Bienester del canal Todo Noticias, Ruben relató: “El proceso que atravesé, al igual que otras personas, es largo. Pero hay que tener paciencia y por eso busco ayudar a otras personas qe hayan pasado por lo mismo”, dijo. Y agregó: “Sé que hay días en los que pensás que es el último, que se te apagan las luces. Pero pasa, todo pasa. Aprendés a levantarte desde cero".
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En marzo de 2015, comenzó a sentir diversas molestias como dolor en la zona de los riñones y el hígado. Le aparecían muchos moretones en varias partes del cuerpo y se marcaba con facilidad. Además, le costaba mantenerse activo ya que tenía mucho sueño la mayor parte del tiempo y su cuerpo mostraba cansancio constante.
Un día, no resistió más. Comenzó a sentirse mareado y, junto con eso, se le apareció un dolor muy fuerte en el área del bazo. De manera rápida, decidió acercarse hasta el Hospital Municipal de Traumas y Emergencias Doctor Federico Abete de Malvinas Argentinas.
"Llegué con la garganta toda inflamada, no me pasaba la saliva. En el hospital, un médico residente se acercó y me preguntó qué pensaba que podía llegar a tener. Le dije que mi papá había fallecido de cáncer".
Luego de eso, mediante un estudio de sangre de exploración microscópica, le confirmaron que tenía leucemia mieloide aguda.
Al no ser un centro especializado, debieron trasladarlo a otro lugar. "Siempre confié en la salud pública de mi país por eso me fui a tratar al Sanatorio Sagrado Corazón de mi obra social". Una vez allí, arrancó con las sesiones de quimioterapia. Al mes, en abril de aquel 2015, inició la búsqueda internacional de médula junto al Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI).
"El proceso podía demorar de ocho meses a un año pero, para mi suerte, en septiembre accedí a un trasplante de 50 por ciento de compatibilidad con mi hermana Gabriela. Le estoy totalmente agradecido", contó.
Su organismo tardó en aceptar el trasplante de médula, pero en diciembre de ese año, apareció una luz en el túnel. "Los médicos me dijeron que podía festejar Navidad y Año Nuevo en casa, con mi familia. El primero de enero de 2016, ingresé nuevamente al hospital para revisar los valores de las plaquetas. Afortunadamente, dieron bien", relató.
En el 2017, los especialistas le bajaron la dosis de su medicamento a cero y desde entonces, solo tiene que controlarse una vez al año.
Reyna expresó algunas de las cosas que hizo luego de recuperarse: "Dentro de lo que la salud me permitía, compré tres pasajes de avión y con mi mujer e hijo nos fuimos al sur argentino a conocer los glaciares. También a Salta y a Mendoza”. Y agregó: “Fue el viaje de mi vida. Nunca me había subido a un avión, pero éstas son cosas que no hubiésemos hecho si estaba sano, porque cuando me agarró la enfermedad, sentí que me moría".
Junto con otros colaboradores anónimos, Ruben decidió crear un grupo solidario llamado Cero Blastos. Es una iniciativa que se dedica a compartir experiencias de grandes y chicos que están o estuvieron bajo tratamiento médico. “El proceso que atravesé, al igual que otras personas, es largo. Pero hay que tener paciencia”, dijo y sentenció: “Sé que hay días en los que pensás que es el último, que se te apagan las luces. Pero pasa, todo pasa. Aprendés a levantarte desde cero".