Históricamente sucede que al practicar un deporte, decir que el resultado es lo más importante genera decenas de controversias. Casos como el partido que disputaron en Merlo el Club Atlético San Antonio de Padua y el Old Georgian de Quilmes por el torneo de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA), demuestran lo anecdótico que puede ser el “quién ganó” y “quién perdió”, cuando hay nada más y nada menos que una vida en juego.
El equipo del sur del conurbano atacaba. Claro, perdía 14-0, no tenía demasiado margen de error. Los de Merlo, en consecuencia, defendían abroquelados, generándose ese forcejeo clásico que ofrece este deporte de 15 contra 15.
Sin embargo, más allá de la vorágine que se presentaba en el partido, con un equipo yendo a toda costa y como sea a achicar distancia, y otro que, con el resultado en su favor, trataba de manejar con mayor tranquilidad los hilos del encuentro, un jugador se percató que había algo muy grave que estaba ocurriendo, pero lejos de donde se hallaba el balón.
Axel Rionegro, del Old, vio a Gonzalo Suárez, del cuadro de Merlo, tendido en el césped. Se encontraba inmóvil e inconsciente. Rápidamente, y tal como se puede apreciar en el video que fue filmado desde las gradas, el hombre quilmeño comenzó a alertar a todos los presentes, mientras se situaba arrodillado a un lado del rugbier que no emitía reacción alguna.
“Fue todo muy rápido. Vi al jugador de ellos en el piso, con los ojos en blanco y con baba que salía de su boca. En ese momento atiné a agarrar el protector bucal y sacárselo de la boca porque se estaba ahogando”, contó Rionegro a El Progreso.
Según afirmó, la situación se generó por un “choque de cabeza con la rodilla de un compañero mío”. “Se ve que perdió el conocimiento y me tiré para ayudarlo. Si bien me mordió un poco la mano, no me pasó nada. Después comencé a gritarle al árbitro para que detuviera el partido”, rememoró.
Afortunadamente el cuadro de Suárez no empeoró y rápidamente fue asistido, cuando el juez detuvo el juego para hacer ingresar al campo al kinesiólogo de Quilmes, Marco Cipriano, quien logró estabilizarlo y dejar a un costado la desesperación que inundó toda la cancha.
Podríamos hablar del resultado y de la buena actuación de un equipo de Merlo. Pero toca relatar un particular hecho, que comenzó de la peor manera pero que finalizó de la mejor, con los valores del compañerismo y la solidaridad.