Desde las primeras horas de la mañana comienza a entrar gente al Hogar Cura Brochero, ubicado en Malaver 1745, en el barrio de Olivos. Saludan amablemente a Emilio y a Mariano, dos integrantes importantes de la casa de abrigo, que son la contención de ese centenar de hombres y mujeres que vienen no sólo por la posibilidad de una ducha, un desayuno y de lavar su ropa, sino también, y principalmente, para pasar un momento en el calor del lugar, que los aleje de la soledad de la calle, y de todas las dificultades que eso trae aparejado. Un mural con mensajes alentadores y una imagen de Brochero ofreciendo un mate les abre la puerta.
Este lugar se transformó en mi familia, porque en la calle tenés hermanos, pero hay mucha avivada también, acá lo que se ve es amor de verdad, aunque tengamos malos momentos a veces.
Entre 70 y 80 personas van por las mañanas a utilizar los servicios que brinda el Cura Brochero, y muchos de ellos lo hacen desde hace varios años. “Después de una situación familiar bastante dolorosa, de la pérdida de mis viejos hace 8 años, quedé en la calle, y este lugar se transformó en mi familia, porque en la calle tenés hermanos, pero hay mucha avivada también, acá lo que se ve es amor de verdad, aunque tengamos malos momentos a veces”, cuenta Gastón, un joven en situación de vulnerabilidad social que trabaja como trapito en el bajo de Vicente López.
Estas historias y situaciones son moneda corriente entre las paredes del hogar, donde a la problemática de vivir en la calle se suman las adicciones, los problemas psicológicos y psiquiátricos, las enfermedades de salud, y la violencia. “Todo esto se genera por lo que ellos sienten en esa falta de vínculo social. Si vos pasas por al lado de una persona y no tenés la capacidad de mirarla a los ojos cuando te está pidiendo ayuda, esa persona tiene que valerse por sí misma, y en la calle no hay más herramienta que la ley del más fuerte para hacerlo. Nosotros en el hogar queremos que puedan generarse otras herramientas para salir de esos problemas y que entiendan que hay gente con la capacidad de mirar a los ojos”, cuenta Emilio Medina, psicólogo social y director de la institución.
Queremos que la gente en situación de calle se valga por sí misma, el objetivo principal es ese. Que entienda que el lugar que ocupa en la sociedad es principalmente una cuestión de decisión, y que así como en algún momento se tomó una mala decisión, hay espacio para tomar buenas absolutamente todos los días.
Además de los cientos de personas que concurren de manera rotativa, hay 21 personas que, desde las 16 horas, se quedan en el hogar de forma permanente, bajo ciertas normas de convivencia, a quienes se les cubren las necesidades alimenticias y de higiene, y con quienes se genera un proyecto de reinserción social a largo plazo, que incluye también las aristas educacional y laboral.
“Queremos que la gente en situación de calle se valga por sí misma, el objetivo principal es ese. Que entienda que el lugar que ocupa en la sociedad es principalmente una cuestión de decisión, y que así como en algún momento se tomó una mala decisión, hay espacio para tomar buenas absolutamente todos los días, más allá del entorno en el que se hallan”, destaca Mariano, quien colabora con la creación de los planes de reinserción para los residentes.
Dependiente de la Parroquia San Pedro y San Pablo, del Obispado De San Isidro, y de la Fundación Camino A Jericó, el lugar cuenta con 10 trabajadores y cerca de 20 voluntarios, para que haya gente durante las 24 horas, ya que algunos de los residentes trabajan en horarios nocturnos. Entre sus instalaciones, hay cuatro cuartos para los 21 hombres que se quedan allí, además de un patio, terraza, living, biblioteca comedor y duchas. Nació en 1998, como proyecto de la Parroquia y en un principio, la gente que dormía en la calle se acercaba para bañarse, pero hace 15 años agregaron los dormitorios y la posibilidad de que algunas personas tengan un techo asegurado.
"En el hogar se quedan solamente hombres, y esto tiene que ver con la disposición del lugar y la infraestructura con la que contamos, que no permiten que podamos dividir el lugar en alas para albergar mujeres y poder tener un hogar mixto", aclara Emilio, y desea que "en un futuro pueda realizarse".
El hogar también tiene proyectos de charlas y un taller de muebles reciclados, el Taller San José, que funciona en la localidad de Boulogne y también es parte del proceso de reinserción de quienes allí residen. Se creó con la intención no sólo de restaurar los muebles y objetos donados por los vecinos de Zona Norte, sino fundamentalmente para cambiar la vida de la gente que trabaja ahí. A este lugar se acerca gente que busca aprender un oficio, además de expresarse a través de sus creaciones.
Para comunicarse con el Hogar Cura Brochero los interesados pueden hacerlo de 9 a 12 horas, al 4795-5109.